Llegando a Phuket se pueden ver desde el avión unas montañas en medio de un mar alucinante, ya algo te dice que la tipografía será radical.

Phuket es una ciudad que es famosa por las fiestas y los burdeles, algo muy usual en Tailandia especialmente en esta zona.

Nosotros habíamos llegado con con otro plan a un hotel boutique que se llama Naka Phuket que tiene villas privadas en una montaña que da justo hacia la playa privada del hotel.

Pero por las noches fuimos a Pattaya que es una calle donde todo lo bizarro que imaginas se une en una comunidad. Es un carnaval de gente que ahí se siente especial, en comunión y nadie es considerado un raro. Miles de mujeres, en su mayoría trabajadoras sexuales, que te presionan para que tomes un trago con ellas. También aparecen personas con discapacidades que bailan.. y todo parece transformarse en un circo por demás de freak.

Los famosos lady boys son gran parte del espectáculo, también comerciantes que venden todo tipo de cosas y sustancias. El cannabis es legal desde hace un año y hay dispensarios en cada esquina, algo inusual en Asia y liberador para los turistas que antes venían a Tailandia en plena ilegalidad de cannabis.

Luego de un par de noches de coffee shops y excelentes Chicken Satay y Green curry’s nos fuimos en un barco a Ko Yao, una isla a 1 hora de navegación desde el puerto de Phuket. Llegamos al lugar donde se ven estas montañas rocosas en medio del mar turquesa y una arena blanca delgada: el paraíso.

Una vez llegados al hotel, nos embarcamos en un un long tale boat pintoresco y rústico, un barco de madera con un motor de camión que lo hace funcionar, fue mítico. Llegamos a la isla de James Bond donde fue filmada la saga en los años 80’, algo impresionante ver una roca gigante en el medio del oceáno.

Finalmente, partimos hacia una ciudad flotante donde los tailandeses del lugar viven ahí muy modestamente y pintan el techo de colores.