In a contemporary moment where discourse has become urgent once again—where words carry weight and symbols are loaded—launching a brand is no longer a commercial act: it’s an intervention. In that sense, NCNL doesn’t debut—it disrupts.
The Buenos Aires–based label chose the stage of the most recent Designers BA to present La Piedad, its first performative collection—a manifesto disguised as a collective rite. An aesthetic statement that does not merely display garments, but constructs a visual grammar built from the codes of art, the street, and emotional politics.
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At the heart of the set: an eight-meter inflatable sculpture inspired by the Renaissance Pietà, designed by Ignacio Buendía, reimagined as a central altar. Beside it, a car-turned-sonic-altar bridges the sacred and the urban. The liturgical and the low-fi don’t clash—they converge.
La Piedad proposes an emotional and symbolic reinterpretation of the contemporary uniform. Far from the impersonal logic of globalized streetwear, NCNL works with a sensitive archive of the everyday: gestures drawn from rural, working-class, and queer imaginaries; oversized silhouettes, durable textiles, hooded forms and layered codes that reconfigure desire, belonging, and ritual.

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Each piece reads like a text in tension—between sartorial tradition and present urgency. There is no nostalgia here, no irony. Only codes that speak of class, neighborhood, history, and possible futures. Styling doesn’t embellish—it cites, edits, challenges.
NCNL emerges at a time when brands can no longer avoid uncomfortable questions. Who does a collection speak to? What bodies does it represent? What narratives does it reinforce—or resist?
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Under the creative direction of Paul Nicolino and the strategic vision of Xul Jan, the project is shaped as an ecosystem bridging cultural production, fashion, art, and community. This isn’t a brand with a “purpose”—it is a political language. A living archive of popular symbols rewritten from the Global South.
The show ends in an open rave—not as a trend-driven gimmick but as the logical extension of the proposal: collective desire as a form of resistance. Night, chaos, music, and tenderness as tools for building identity.
In a world saturated with images, NCNL chooses symbols.
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En una contemporaneidad donde los discursos volvieron a ser urgentes, donde las palabras pesan y los símbolos se cargan, presentar una marca no es un simple acto comercial: es una intervención. En ese sentido, NCNL no debuta: irrumpe.
La firma nacida en Buenos Aires eligió el escenario del pasado Designers BA para presentar La Piedad, su primera colección performática, que fue un manifiesto vestido de rito colectivo. Un statement estético que no se limita a mostrar prendas, sino que construye una gramática visual con códigos del arte, la calle y la política afectiva.


En el centro de la escena, una escultura inflable de ocho metros inspirada en la iconografía renacentista de la Piedad, diseñase impone como altar: un símbolo cristiano descontextualizado, intervenido, resignificado. A su lado, un auto convertido en altar sonoro oficia de mediador entre lo urbano y lo divino. Lo litúrgico y lo barrial no se oponen: se fusionan.
La Piedad plantea una reinterpretación emocional y simbólica del uniforme contemporáneo. Lejos de las lógicas impersonales del streetwear globalizado, NCNL trabaja desde el archivo sensible de lo cotidiano: gestos turros, chacareros y queer; siluetas oversize, textiles resistentes, capuchas y capas que reconfiguran el deseo, la pertenencia y el ritual.
Cada prenda es un texto en tensión entre la tradición sartorial y la urgencia del presente. No hay nostalgia ni cinismo. Hay códigos que hablan de clase, barrio, historia y futuro. El estilismo no adorna: cita, recorta, interpela.
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NCNL se presenta en un momento donde las marcas ya no pueden esquivar las preguntas incómodas. ¿A quién le habla una colección? ¿Qué cuerpos representa? ¿Qué narrativas sostiene o desafía?
Bajo la dirección creativa de Paul Nicolino y la dirección estratégica de Xul Jan, el proyecto se construye como un ecosistema que articula gestión cultural, moda, arte y comunidad. No se trata de una marca “con propósito” nada más. Se trata de un lenguaje con política, un archivo vivo de símbolos populares reescritos desde el sur.
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El desfile culmina con una rave abierta. No como recurso trendy, sino como una extensión lógica de la propuesta: el deseo colectivo como forma de resistencia. La noche, el caos, la música y la ternura como dispositivos de construcción identitaria. En un mundo saturado de imágenes, NCNL apuesta por los símbolos.
FOTOS PABLO MANRIQUE