Fashion Week is in full swing, and with so many must-go spots filling up the agenda, there’s one place you simply can’t afford to miss. A place where bright ideas and relentless adventure collide. Where? In the oldest square of Paris: 24 Place des Vosges. There, nothing is real, and everything is permitted.
But where does the name Serpent à Plume? The name itself hints at transformation and duality, inspired by one of the most important divine figures of Meso-America, a cultural hero who morphs into the “Feathered Serpent.” Like this figure, Serpent à Plume seamlessly blends the old and the new, the earthly and the divine.
The moment you step inside, you’re enveloped in an air of mystery. The silhouettes of eccentric characters, models, and creatives from all corners of the world intertwine in a nearly ethereal dance. The atmosphere hums with intrigue, fashion, and desire.
By day, the place invites you to linger at its chrome-brushed espresso bar, offering a privileged view of Place des Vosges. Here, people-watching becomes an art form, and every interior detail is a visual pleasure. At the entrance, Philolaos’ horned doorframe sets the stage for a carefully curated selection of essentials items that besides its beauty, they tell stories.
But it’s at night that Serpent à Plume reveals its true nature. Mesoamerican statues and enigmatic figures adorn the space, as if they were guardians of a parallel universe. The nights can unfold with jazz concerts, Jacuzzi parties, techno beats, and more. Of course, the cocktails are exquisite, and their restaurant is a hit. Conversations drift among laughter, while guests navigate between the past and the future, between the human and the divine.
In a city like Paris, where it seems like everything has already been done, Serpent à Plume stands out as an unmissable destination for those who crave more than just fashion. It’s for those seeking intrigue, passion, and a touch of irreverence. Here, where the old meets the new, the forbidden becomes irresistible. And each night is a reminder that it’s in the unknown where true allure lies.
Fashion Week está a pleno y aunque hay miles de lugares llenando la agenda, hay uno que no podés dejar pasar, donde las ideas brillantes y la aventura se encuentran. ¿Dónde? En la plaza más antigua de París: 24 Place des Vosges. Ahí, nada es real y todo está permitido.
¿Por qué Serpent à Plume? El nombre mismo evoca transformación y dualidad, inspirado en una de las figuras divinas más importantes de Mesoamérica, un héroe cultural que se transforma en la "Serpiente Emplumada". Al igual que esta figura, Serpent à Plume fusiona a la perfección lo viejo y lo nuevo, lo terrenal y lo divino.
Al entrar, te envuelve un aire de misterio. Las siluetas de personajes excéntricos, modelos y creativos de todo el mundo se mezclan en una danza casi etérea. La atmósfera vibra con intriga, estilo y deseo.
Durante el día, el lugar te invita a quedarte en su barra de espresso cromada, con una vista privilegiada de Place des Vosges. El arte de observar se convierte en un pasatiempo sublime, y cada detalle de su interior es un deleite visual. En la entrada, el umbral de cuernos de Philolaos prepara el escenario para una selección curada de piezas esenciales que, además de belleza, cuentan historias.
Pero es cuando se hace de noche que Serpent à Plume revela su verdadera naturaleza. Estatuas mesoamericanas y figuras enigmáticas decoran el espacio, como si fuesen guardianes de un universo paralelo. Las noches pueden desplegarse con conciertos de jazz, fiestas con jacuzzi, beats de techno y más. Por supuesto que los cocktails son exquisitos y su restaurante un acierto. Las conversaciones flotan entre risas, mientras los invitados navegan entre el pasado y el futuro, entre lo humano y lo divino.
En una ciudad como París, donde parece que todo ya se ha hecho, Serpent à Plume se destaca como un destino imperdible para quienes buscan más que solo fashion. Es para aquellos que anhelan intriga, pasión y un toque de irreverencia. Aquí, donde lo viejo se encuentra con lo nuevo, lo prohibido se vuelve irresistible. Y cada noche es un recordatorio de que, en lo desconocido, es donde reside el verdadero encanto.