Torishéju's Spring/Summer 2026 collection unfolds as a manifesto in motion. At its core lies the tension between order and chaos, taking the idea of the uniform and subjecting it to a storm of distortions, fragmented memories, and shifting references.

Silhouettes that recall school, military, or industrial codes are twisted, dismantled, and pushed toward alienation. Details — beadwork spreading like viral thoughts, unfinished hems, abrupt asymmetries — mirror a saturated and contradictory state of mind.

Each piece acknowledges a shared past yet escapes from it at the same time. Materials are chosen for their duality: organic yet synthetic, tactile yet unsettling. The garments feel alive, like organisms mutating under cultural pressure and personal disintegration.

The collection draws on the legacy of Albrecht Dürer not as a literal reference, but as an echo of his exploration of earthly and transcendent tensions. Here, the struggle lies between the individual and the system, between the urge to conform and the need to fracture.

Torishéju's SS26 seek to expose the discomfort of inhabiting a present oversaturated with narratives and stimuli. Each garment becomes a paradox: uniform and deviation, structure and rupture. An exploration of how to dress in a world where identity dissolves into noise and algorithms.

La nueva propuesta de Torishéju para la primavera/verano 2026 plantea un manifiesto en forma de ropa. La colección se sumerge en la tensión entre orden y caos, tomando como punto de partida la idea del uniforme, pero sometiéndolo a una tormenta de referencias, distorsiones y memorias fragmentadas.

Siluetas que evocan lo escolar, lo militar o lo industrial aparecen retorcidas, desarmadas, al borde de la alienación. Los detalles —bordados que se expanden como pensamientos virales, dobladillos sin terminar, asimetrías forzadas— funcionan como reflejo de una mente saturada y contradictoria. Todo parece reconocer un pasado común y al mismo tiempo escaparse de él.

Los materiales también juegan con la dualidad: orgánicos frente a sintéticos, suaves pero inquietantes al tacto. El resultado son prendas que se sienten vivas, casi como organismos que mutan bajo la presión cultural y la desintegración personal.

La colección toma su nombre de Albrecht Dürer no como cita literal, sino como eco de esa mirada entre lo terrenal y lo trascendente. Aquí la tensión está entre el individuo y el sistema, entre la necesidad de encajar y el impulso de romper las formas.

Torishéju SS26 busca exponer la incomodidad de habitar un presente saturado de discursos y estímulos. Cada prenda es una paradoja: uniforme y desvío, orden y quiebre. Una exploración de cómo vestirse en un mundo donde la identidad se diluye en ruido y algoritmos.




